Escritos

La infancia y los héroes

Cuando era chico y leía comics, descubrí a Wolverine, el de los X-Men. De entrada me fascinó. Me resultaba increíble. Después, cuando salió la película y lo encarnó ese australiano boludo, lo empecé a detestar. Desde chico soy snob.

Lo que más me gustaba del héroe eran obviamente sus garras. Pero no cuando las usaba en combate sino cuando las usaba en otras situaciones, situaciones más cotidianas. Me acuerdo de un comic en que desprendía una sola de las garras, en vez de las tres que tenía por mano, para abrir una lata de cerveza o coca-cola. Me gustaba esa forma de contener toda su capacidad. De usar sus poderes de manera ingrata, ahora me doy cuenta. Porque él era así: indiferente y desagradecido. Cara de culo y pocas palabras: menos las garras, un espejo de mi persona cuando leía esas comics.

Se la pasaba fumando habanos o, mejor dicho, como tucas de habanos; siempre con una al costado de la boca mientras escupía un monosílabo ante la pregunta de algún héroe compañero. Si hay algo que nunca pude fumar, es un habano. Me dan asco. Pero a él le quedaban bien, canchero.

Tenía un esqueleto de adamantio: un metal inventado por Marvel para agrandar el vocabulario de los preadolescentes y hacerlos participar de un mundo más científicamente ficticio. Saber la palabra adamantio otorgaba poder, tanto en esa época como en ésta.

Lo que sí rescato de la película es un chiste que le hacen a Wolverine en la primera de las X-Men. Cuando él se burla del uniforme que le dan al incorporarlo al grupo, Cíclope le dice:

– ¿Qué preferirías, calzas amarillas?

Exactamente la vestimenta que Wolverine usaba en las comics. Y así como la palabra adamantio, la referencia para entendidos me atrapó no sólo porque me abrió los ojos ante la ridiculez de un musculoso hombre mutante con garras y calzas ajustadas, sino porque apeló de lleno a mi snobismo forjado tan tempranamente por esas comics maravillosas.

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3 thoughts on “La infancia y los héroes

  1. De adamantium es también el escudo del Capitán América.

    Creo que la mejor etapa de Wolverine comienza a mediados de los ’90, cuando Magneto le arranca el adamantium por los poros y termina cuando un siervo de Apocalipsis trata de injertárselo de vuelta (después dejé de coleccionar).

    En esa etapa abandona las calzas amarillas y está de jean, camisa y sufriendo como un humano (de hecho, en un episodio le parten las garras de hueso).

    Yo empecé a fumar por Wolverine.

    Moraleja: Hay que hacerse cargo del pasado. Si hoy escribís bien, tenés imaginación, podés hilar ideas y establecer conexiones, en parte es gracias a los comics.

    Saludos.

    • Stoner, desde ya gracias por tu comentario.

      Estoy completamente de acuerdo. Cualquier alfabetización sirve; incluso las que se resignifican cuando “re-aprendemos” que las antiguas estaban “mal”. Con esto no me refiero de ninguna manera a las comics. Este post salió de un pensamiento acerca de los ídolos de la infancia y luego evolucionó en un comentario mayor.

      ¿Así que empezaste a fumar por Wolverine? Qué genial. Cuando leí tu comentario me acordé de la frustración que a uno le agarra cuando finalmente toma conciencia de que hay cosas que uno nunca tendrá de los superhéroes. Y nunca significa verdaderamente nunca. Por más reales y humanos que se manifiesten, ese diferencial que los vuelve mutantes o superhéroes (como quieras llamarlos) resulta imposible de obtener. No así sus actitudes, claro. Y la de Wolverine es particularmente una que a uno lo fascina. Ese desdén de su habano…

      Saludos.

  2. ignacio says:

    “Lo que más me gustaba del héroe eran obviamente sus garras. Pero no cuando las usaba en combate sino cuando las usaba en otras situaciones, situaciones más cotidianas. ” totalmente de acuerdo. Mi capitulo favorito de dragonball z. es áquel en que la mujer de Gokuh obliga a él y a Piccoro a ir a sacar registro para que puedan llevarla al supermercado. http://www.youtube.com/watch?v=9l57YO8NSI8 🙂

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